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Foto del escritorAna Gómez Garcia

LOS TRASTORNOS DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA. Mitos y Refutaciones.

Los Trastornos de la Conducta Alimentaria, conocidos también por sus siglas TCA, son un conjunto de trastornos psicológicos, donde la conducta observable es la alteración persistente en la alimentación que causa riesgos significativos para la salud (DSM-5). No obstante, no se pueden reducir a eso únicamente sino que hay que entender estas conductas, disfuncionales, como una forma de autorregulación emocional, donde las personas han aprendido a controlar sus emociones, miedos, preocupaciones, etc. a través de controlar la alimentación.

Cuando los trastornos psicológicos son de dominio público, comienzan a aparecer mitos en torno a ellos, que no suelen ser de mucha ayuda cuando las personas están sumidas en ellos, ni cuando están tratando de mejorar. Estos mitos o realidades creadas en la sociedad, no se basan en criterios científicos, sino en opiniones populares que se van generalizando a través del boca a boca y suelen juzgar a las personas que están sufriendo y dejarles poco margen de maniobra.

A continuación me gustaría comentar algunos de ellos y poner en valor lo que se ha estudiado y cómo podemos conceptualizar este problema para que sea algo más sencillo ayudar a las personas que están pasando por un TCA.



"El TCA define a la persona".

Me gustaría empezar por aquí, y generalizar este mito a cualquier trastorno mental. Muchas veces se escucha a la gente referirse a las PERSONAS CON TCA, únicamente como "TCAs". Como si todo lo que definiese su self fuera su trastorno. Pero esto pasa igualmente con las personas con depresión ("la depresiva"), con las personas con ansiedad ("el ansioso"), con las personas con trastorno obsesivo compulsivo ("el obsesivo"), y más aún con las personas con autismo ("el autista"), con discapacidad intelectual ("el discapacitado"). Como si una serie de síntomas que se unen y llamamos trastorno mental, se convirtieran en lo único que define a la persona.

Esto suelo compararlo con las enfermedades físicas. Igual que no llamamos a una persona que tiene cáncer "el cáncer" o que no llamamos "el covid" a alguien que tiene Covid-19, ¿por qué si lo hacemos con alguien que tiene un trastorno mental?

Con estas etiquetas, despojamos a la persona de otras muchas cualidades y habilidades que tiene, pues las personas con un trastorno mental (o del neurodesarrollo en el caso del autismo o la discapacidad intelectual), no son únicamente eso, sino que pueden ser también "hijos/as", "padres o madres", pueden tener un trabajo, pueden tener hobbies, pueden tener amigos/as, etc. es decir, SON PERSONAS que han desarrollado una serie de comportamientos que al unirse y cumplir unos criterios diagnósticos decimos que TIENEN UN TRASTORNO X, pero que esto no les define en su totalidad.

Es más, en terapia uno de los trabajos es ver si la persona ha entrado tanto en el rol de X trastorno y cómo poder construir otro rol para poder relacionarse desde otro sitio con sus seres queridos. También basado en la idea de que las personas acaban creyéndose que SON UN TRASTORNO.



"La persona elige tener este trastorno"

"Claro, es que quiere llamar la atención", "si quisiera podría comer bien y ya está, como siempre lo ha hecho", "no come porque no quiere", "lo que busca es que le hagan caso".

Estas creencias sobre la voluntad de provocarse un trastorno mental, no hacen sino juzgar y criticar a las personas que están en una lucha interna continua. Para desmentir estas creencias tenemos que comenzar diferenciando entre hacer una dieta para perder peso y realizar conductas de restricción de alimentos, purgas, etc. porque se tenga un trastorno mental. En el primer caso, la persona realmente tiene un objetivo y controla lo que quiere y no comer. En el segundo caso, el trastorno controla a la persona y llega un momento en el que pierde prácticamente la voluntad.

No se trata de vomitar o restringir alimentos para verse mejor, sino que para llegar a tener un trastorno mental, se tienen que dar una multicausalidad de circunstancias. En primer lugar, suele haber una predisposición genética, que por sí sola NO ES CAUSA, pero a la que se van añadiendo otras tales como la sociedad en la que vivimos donde hay sobreexigencias respecto a cómo "se debe ser", así como sobreeexigencias familiares que acaban interiorizándose. Esto hace que se vaya aprendiendo a pensar de cierta forma y se van consolidando ciertas características cognitivas que son factores de riesgo para desarrollar un TCA: hiperexigencia, perfeccionismo, necesidad de control, hiperreacitivad emocional, baja tolerancia a la frustración, locus de control interno, inflexibilidad cognitiva, etc.

Por lo tanto, la persona NO ES CULPABLE de tener un trastorno de alimentación, ni se lo provoca a sí misma. Sino que cuando se dan una serie de factores de riesgo que confluyen en una misma persona, es más probable que se pueda desarrollar. Y tener un TCA no es hacer dieta.


"Las personas con TCA son frívolas, superficiales, solo piensan en sí mismas y en su físico".

Nada más lejos de la realidad. Lo expuesto anteriormente da claves muy importantes en contra de esta creencia. Los aprendizajes mencionados, hacen que se vayan construyendo personas hiperexigentes consigo mismas, hipercontroladoras, sensibles a las críticas de los demás, que tratan de ser perfectas para encajar con las autoexigencias y con lo que los demás esperan de ellas. Esto es un caldo de cultivo perfecto para que, al no poder controlar todos los aspectos de su vida, traten de controlar su físico, creyendo así que esto les dará valor como personas. Es decir, acaban poniendo su autoestima al servicio de cómo están físicamente.

El camino para ayudar a estas personas está más en tratar de comprender por qué se comportan así, y no en etiquetar para juzgar su comportamiento. Tener claro que cuando vemos a una persona comportarse de una manera que le hace daño, no suele ser porque le guste comportarse así o porque esté vacía por dentro. Suele ser el resultado de muchos aprendizajes que le llevan a verse atrapada en formas de autodestrucción, con tal de ser más perfectas día a día y dentro de esa perfección se encuentra el deseo imperioso por ser la mejor físicamente para ser valiosa.

En cuanto a que sólo piensan en sí mismas, ya hemos visto que uno de los aspectos que se tratan de controlar es llegar a las expectativas elevadas y poco realistas de las personas de su entorno e intentar agradarlas. Unido a esto, uno de los aspectos que se suelen tener que trabajar en terapia es la culpa por estar haciendo sufrir a los seres queridos. Cuando se está sumida en la vorágine de los síntomas y "controlada" por el trastorno, esto no se suele ver, no porque no te importen sino porque no hay energía y se está como en una especie de túnel en el que no se ve nada más. Pero cuando se empieza a tomar conciencia de lo que ha pasado, de cómo te has comportado y de cómo se han sentido las personas alrededor el sentimiento de culpa aparece. Algunas estrategias útiles para lidiar con este sentimiento pueden ser: separar a la persona de su trastorno, ver qué habría hecho de estar dándose cuenta, el pedir perdón, el que las personas allegadas lo comprendan, etc., ya que puede ser también un punto de recaída.

Por lo tanto pregunto, ¿esto se corresponde con la descripción de una persona frívola, superficial, que solo piensa en sí misma y en su físico? ¿O más bien parece un juicio fácil y rápido por no haber ahondado realmente en lo que puede estar llevándolas a comportarse de una cierta forma?



"Las personas con TCA siempre están delgadas y se ven insalubres".

Debido a la gran cantidad de ideas preconcebidas, es posible que se tarde más en detectar un TCA, porque aunque en la Anorexia Nerviosa (AN) tienda a ser más evidente la pérdida de peso y estar en infrapeso (IMC < 17kg/m2), sea uno de los criterios según el DSM-5, hay otros trastornos como la Bulimia Nerviosa (BN) en el que no se suele dar esta característica, así como en trastornos menos conocidos como el de Rumiación, el de Evitación/Restricción de alimentos, el de Atracones, etc.

Es más, aunque coincida que la persona con TCA tenga bajo peso, el decirle "qué delgada estás" o por el contrario "vaya pues no se te nota que tengas un trastorno de alimentación, estás normal", o "pues para no comer nada no estás tan delgada", etc. Es decir, hablar de su forma física o de sus síntomas de conducta con la comida, no ayuda en absoluto a la persona, porque en su cabeza el trastorno le va a engañar y va a pensar "vaya, me tendré que esforzar más y comer menos o vomitar más", "vaya, nada de lo que hago merece la pena", etc. o si no tiene nada de conciencia de enfermedad va a pensar "¿por qué me dice esto?" y lo que se va a conseguir es que la persona se sienta más culpable aún, que se aleje de sus seres queridos, que no muestre ninguna conducta con la alimentación en público, etc. Lo cual dificulta la detección y el poder ayudar.

En definitiva, intenta hablar con esta persona de cómo se siente, de qué le está pasando en su vida, de qué le preocupa, etc. pero trata de no hacer comentarios sobre su físico o sobre su relación con la comida, esto es, de lo que las/os psicólogas/os llamamos síntomas.


"Las personas con TCA son chicas adolescentes".

El creer que es un trastorno que únicamente les ocurre a las mujeres, niega la realidad de que en hombres también puede ocurrir. Si bien es cierto que en todos los tipos de trastornos de alimentación se da en un mayor porcentaje en mujeres que en hombres, no podemos negar la realidad de que también se da entre ellos. El negarlo, únicamente nos lleva a que sea más complicada la detección y por tanto la curación de los hombres con esta problemática.

Un dato muy interesante a este respecto es que, en general, los hombres tienden a tener síntomas de TCA más graves que las mujeres y yo me pregunto ¿será porque la detección es mucho más tardía porque no está en el imaginario colectivo que los hombres tengan un TCA?

Por otra parte, es innegable la influencia de los roles de género a la hora de tener un TCA y que las mujeres nos veamos más influidas por cómo tenemos que estar en apariencia, pero tal y como decíamos antes, un TCA no es únicamente apariencia sino un intento de controlar algún ámbito de la vida.

Aunque habitualmente comienzan entre los 12 y los 25 años, también se puede dar en adultos mayores. En estos se producen una serie de cambios fisiológicos (aumento de grasa corporal, disminución del apetito, deterioro sensorial, etc.), psicológicos (depresión p.ej.), socioeconómicos (jubilación, aislamiento, soledad, independencia de los hijos, viudedad, etc.), lo cual puede favorecer o bien la recidiva de un TCA anterior, o bien el desarrollo de TCA "novo". Es más, aunque no podamos hablar de TC A en todos los casos, es alarmante que aproximadamente un 50% de personas de la tercera edad sufran malnutrición.


"Una vez que tienes este trastorno, ya nunca te curas".

Explicar algunos factores de riesgo que pueden llevar a desarrollar este trastorno, nos dan claves para saber que sí hay salida. No digo que salir del TCA sea un camino fácil y muchas veces se necesita ayuda profesional externa para avanzar, pero sí se puede aprender a pensar y actuar de otra forma. Pese a que una parte sea genética, otra parte MUY IMPORTANTE es aprendida y todo lo que se puede aprender se puede desaprender.

Por otra parte el concepto "curarse" que tan aceptado está al hablar de enfermedades, no me gusta a la hora de hablar de trastornos. Puesto que es un concepto muy biologicista, limitando a la persona a sus mecanismos biológicos (genes, hormonas, etc.) haciendo que la opción para la "curación" sea medicarse y no que comprenda por qué ha aprendido a comportarse de una determinada forma que por tanto puede revertir.

A través de la terapia cognitivo-conductual entenderás a partir de qué aprendizajes has llegado a comportarte y a pensar cómo lo haces ahora. Veremos qué creencias sobre ti misma/o, las/os demás y el mundo te están llevando a esta situación y podrás flexibilizar algunas de ellas. Además, aprenderás a expresar tus emociones y a ver cómo influyen en tu relación con la alimentación. Algo que da mucho miedo a las personas con TCA es pensar que el objetivo de la terapia es engordar, y nada más lejos de la realidad, puesto que los objetivos de la terapia son que entiendas a través de tu historia de aprendizaje por qué piensas-sientes-te comportas cómo lo haces, qué te hace daño y qué puedes hacer para cambiarlo, para así ser una persona sana y feliz.


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